MUJER: DON Y VOCACIÓN
Lo femenino
El mes de mayo nos evoca lo femenino y lo maternal presente en nuestro entorno diario a través de hijas, esposas, abuelas, amigas, vecinas, estudiantes, trabajadoras. Pero también nos evoca una larga historia de machismos opresores y feminismos dañinos. Ante esto, una pregunta se hace urgente: ¿Cómo las niñas y las jóvenes de hoy están entrando en esta sociedad adulta? Por eso los creyentes estamos invitados a mirar el rostro maternal de Dios dibujado en múltiples expresiones bíblicas, a inspirarnos en María, la madre de Dios, a ser esa Iglesia-Madre que somos todos ya rescatar la heroicidad de esas mujeres que tanto han aportado a la humanidad.
¿Dios materno?
Aunque no podemos concebir a Dios con nuestras categorías de género, son muchas las citas bíblicas que con un lenguaje materno nos revelan la esencia de Dios. Él no solo crea el mundo, sino que lo dota de vida; “da a luz” a cada ser vivo, y sopla aliento en cada niño que nace, haciendo “a su imagen y semejanza”. Toda la Biblia es eco de un Dios desbordado en amor y compasión. En el Antiguo Testamento su amor aparece con el adjetivo “entrañable” también usado para referirse al útero materno: “Efraín es para mí un hijo querido, un hijo predilecto, pues cada vez que lo amenazo, vuelvo a pensar en él; mis entrañas se conmueven, y me lleno de ternura hacia él” Cf. Jer 31, 20. En el Nuevo Testamento, la escena del Hijo Pródigo, aunque en el papel de padre, muestra a un Dios que abraza, que perdona, que besa; gestos profundamente maternales.
María, rostro de Dios
En las entrañas de la Virgen María, Dios pone también sus propias entrañas. Con ese gesto, Dios coloca lo femenino y lo materno en lo más alto del pedestal humano. Eligió una mujer, y, por tanto, eligió lo femenino con toda su esencia y transformó esa mujer en madre, dándole un carácter también divino a toda maternidad humana, pues toda vida que una madre trae al mundo es vida que trasciende lo terrenal. ¿Quieres un modelo femenino? Busca a María de Nazaret. En ella, lo femenino y lo maternal no solo se juntan, sino que se elevan a un plano sobrenatural, haciendo así, denuncia de esta cultura de “adoración” y explotación del cuerpo femenino, y es también una queja a esta inhumana moda “feminista” actual: la de madres por accidente, la de quienes piensan que maternidad es sinónimo de esclavitud y de aquellas madres que se creen con derecho a matar.
Iglesia que es madre
La Iglesia es madre porque nos ha dado vida en el bautismo. Por eso, cuando tengo la ocasión de bautizar un niño siempre le digo a la gente que acompaña: “hemos dado a luz en pleno templo”. Esa misma Iglesia es nuestro hogar en los buenos y malos momentos de la vida. En nuestra muerte, la Iglesia nos recibirá en sus brazos para entregarnos a Dios. ¿No es acaso ella, una Iglesia materna? Cuantas personas hablan mal de la Iglesia sin imaginar que están hablando mal de ellos mismos, pues todos somos Iglesia, y peor aún, están ablando mal de su propia madre; esa madre-Iglesia que les dio vida espiritual, y de esas mujeres que en su familia los iniciaron en las cosas del cielo.
Madres modelos de santidad
En el santoral católico figuran muchas madres santas. Entre ellas: santa Ana, la madre de la Virgen María que siendo estéril suplicó a Dios la hiciera fértil y su deseo se cumplió; santa Elena (270-329) madre del emperador Constantino. Ella influyó para que su hijo aceptara el cristianismo y se dedicó a atender los miles de pobres de su tiempo; santa Mónica (332-387) que durante 30 años pidió a Dios la conversión de su hijo San Agustín; santa Clotilde (474-545) quien logró la conversión del fundador de Francia y fue ejemplo de piedad y caridad que escandalizó a mucha gente; santa María Toribia (¿?-1175) esposa de san Isidro Labrador que decidió separarse, en común acuerdo con su marido, para dedicarse a la oración y la caridad; beata Ángela de Foligno (1249-1309) que luego de una vida de riquezas exageradas y de mucho libertinaje sufrió una crisis existencial que la llevó a la conversión; santa Isabel de Portugal (1274-1336) que le tocó enfrentar con espíritu cristiano los desafíos de un reinado hecho de guerras, traición e infidelidad; santa Rita de Casia (1381-1457) que con un esposo borracho y mujeriego logró finalmente su conversión; santa Celia Guerin (1831-1877) fue la madre de Santa Teresita del Niño Jesús. Quiso ser monja, pero al no lograrlo se casó y crio a sus cinco hijas que fueron todas monjas. Un cáncer de seno, vivido con gran fe la llevó a la muerte; santa Gianna Beretta Molla (1922-1962) que enferma de cáncer desobedeció la orden médica de abortar y dio a luz a un bebé muy sano.
Mujeres inspiradoras
También hay millas de mujeres que no están en los altares de los templos, pero sí están en la gratitud de la historia: Marie Curie, científica que descubrió el polonio y la radio a costa de hambre, frío y mala salud, lo cual le mereció ser la primera mujer en recibir un Premio Nobel; Rosa Parks, activista que se negó a darle su asiento de autobús a un pasajero blanco y por lo cual fue arrestado. Luchó contra el racismo y por los derechos civiles de los afroamericanos; Valentina Tereshkova, primera mujer de la historia en viajar al espacio y única en hacerlo en solitario para demostrar exitosamente que la mujer tiene la misma resistencia del hombre en el espacio; Benazir Bhutto, fue la primera mujer en ser elegida Primera Ministra de un país musulmán fuertemente controlado por el mundo masculino; Malala Yousafzai, Nobel de Paz 2104, joven activista a favor de los derechos civiles de las mujeres especialmente a la educación, fue ella misma víctima de agresión por querer estudiar.
Ser mujer y madre: don y vocación
Tú, que eres mujer, no dejes perder tu femineidad, que es esencia de tu cuerpo y de tu espíritu; No permitas que machismos esclavizantes y feminismos sin alma gobiernen tu existencia en este mundo. Tu femineidad es don eterno, pero también es vocación que hay que construir y reconstruir diariamente, un tesoro que tienes que cuidar de esos machismos instrumentalizadores disfrazados de amor. Ser mujer y madre, esposa y amiga, vecina y trabajadora ofrece al mundo otra manera de comprenderse.
Padre Luis Alfredo Pulido
Alvarado, MCCJ